Si los hijos ven que los padres se preocupan mucho por su deporte, invierten tiempo y recursos en ellos…pueden sentir que están “obligados” a responder ante estos esfuerzos y que si fallan, les decepcionarán. Por eso, los jóvenes pueden llegar a sentir una presión añadida en el deporte por parte de sus padres, a pesar de que estos aparentemente no hayan «exigido» resultados ni hablen de ser grandes campeones.
Todos hemos podido sentir presión en alguna ocasión. Es algo que sucede en distintos ámbitos. Pensemos, por ejemplo, en alguien que tiene que entregar un informe importante en el trabajo a petición de un superior suyo. En otro escenario, una persona se apunta a una carrera y, aunque a mitad de camino piensa en abandonar, recuerda que no puede defraudar a su familia.
En la primera y en relación al deporte, como sucede en la última situación, la presión añadida tendría unas características concretas. La persona que estaba corriendo sentía que tenía una obligación con respecto al rendimiento que debía dar y a los resultados que tenía que alcanzar. Además, se trataba de una situación de cierta importancia, donde se tenía miedo a no responder de la forma en la que uno mismo u otros pueden esperar de nosotros.
La presión es…¿una carga o un apoyo?
Seguro que nos suena eso de “Pues tal persona rinde mejor bajo presión” / “Conozco a X, que saca su mejor versión cuando está bajo presión”. Para que esto suceda, hay ciertos elementos que ayudan a que la presión contribuya de forma positiva a nuestro rendimiento:
- La situación puede resultar difícil, pero la “obligación” de llevarla a cabo es algo realista. Es decir, que puede cumplirse y no es algo imposible.
- La presión que ha sido añadida no lo hace sumándose a un nivel de estrés elevado. De esa forma, no provocará un exceso de ansiedad que resultaría desfavorable.
- Contamos con un repertorio de recursos para gestionar la situación de la mejor forma posible y lograr nuestro objetivo.
Si tenemos en cuenta estos puntos, lo más probable es que la presión añadida en el deporte nos pueda ayudar a funcionar mejor en lugar de suponer un impacto perjudicial.
La presión añadida vs La exigencia de rendir al máximo
Anteriormente hemos visto que la práctica deportiva es una situación estresante que provoca emociones muy intensas. No obstante, puede reportarnos múltiples beneficios en diferentes esferas de nuestra vida, si sabemos compaginarlo de la forma más apropiada.
En cualquier caso, cuando se trata de una competición, tenemos la exigencia de rendir al máximo para lograr el objetivo propuesto. En muchos casos, puesto que hay circunstancias que no controlamos, el resultado puede ser incierto. Esto provocaría más estrés y mayor presión ya que, por ejemplo, el rendimiento de los rivales es algo ajeno a nosotros.
Un factor muy estresante es el provocado por la exposición a la evaluación social, tanto la nuestra propia como la evaluación de personas relevantes para nosotros.
Por ese motivo, algunos deportistas prefieren que sus padres no estén presentes cuando tienen que competir, mientras que otros se sentirán más apoyados con su presencia.
Ahí está clave, en el peso que tenga la presión o el apoyo. Si la balanza cae del lado del primer caso, la presión añadida por la presencia de los padres se sumará a la ya existente. Por el contrario, si prevalece lo segundo, aunque exista presión, el apoyo percibido tendrá más valor.
Debe tenerse claro que se trata de una percepción del deportista y por lo tanto, no necesariamente estaremos comportándonos como padres de una manera concreta (o tener la intención) que provoque más presión a nuestros hijos. Aunque es cierto que lo que hagamos puede contribuir a que sea así.
Si no hago nada …¿por qué añado presión?
Pongámonos en situación: Unos padres acuden al partido de su hijo. Se sientan en la grada, son educados con el resto y… no hacen “nada”. Sin embargo, su hijo se pone de los nervios solamente con su mera presencia, a pesar de su comportamiento ejemplar.
Ante esa situación, el chico podría pedirles que no fuesen la siguiente semana, al haberse sentido más presionado que apoyado. Los padres en ese caso, podrían preguntarse: ¿Qué hemos hecho mal?
Lo que puede suceder es que los deportistas se sientan muy amenazados ante la posibilidad de hacerlo mal delante de sus padres. Eso implicaría para ellos haberles fallado, decepcionarlos o incluso defraudar su confianza. En definitiva, no responder a lo que creen que se espera de ellos.
¿Qué pueden hacer los padres ante la presión añadida en el deporte?
La presión añadida en el deporte puede ir tomando forma de manera paulatina. En nuestro ejemplo anterior se trataba de unos padres que aparentemente no hacían nada que nos llevase a pensar que estaban presionando a su hijo.
Las alarmas pueden saltar si el tema central de la familia es el deporte. Si todas las conversaciones giran en torno a la disciplina que practica su hijo, el ocio, las alegrías y tristezas…por ejemplo, si se gana van a celebrarlo comiendo fuera y si se pierde hay “mal rollo en casa”.
¿No deberían implicarse los padres entonces? En muchos casos, si no pagan las cuotas, compran el material o llevan a sus hijos a entrenar, los chicos no harían deporte. Por lo tanto, es necesario que los padres dediquen tiempo y esfuerzo.
Además, puesto que los padres son un ejemplo para sus hijos, será positivo que puedan transmitir esos valores a los más jóvenes y mostrar interés por su actividad.
¿Qué hacer entonces? El primer paso será aceptar que existe una presión añadida a la competición deportiva, a la que los jóvenes tendrán que acostumbrarse.
Si ya existe presión…no añadir más
Si ya hemos asumido que existe presión, los padres no añadirán más si saben controlar sus emociones ya que habrá comportamientos que la favorezcan esa presión añadida no solamente en el deporte, también en casa.
En esta cuestión el equilibrio es fundamental: Mostrar entusiasmo pero también hacerlo en relación a otras cuestiones ajenas al deporte.
¿Y si han perdido? ¿Cómo abordo el tema con mi hijo? Podemos pensar que lo más sensato sería no hacer referencia al resultado pero…si se trata de conectar con ellos y mostrar empatía no parece lo más apropiado.
Tratar de quitarle peso, decir que lo importante es divertirse y participar…etc, está muy bien, pero…para la persona que compite el resultado si que es importante. Es normal que los resultados tengan un impacto emocional por lo tanto, no debe huirse de ello. La clave estará en saber gestionarlo y aceptarlo.
El equilibrio será fundamental de nuevo, tampoco podemos permitir que se sobredimensione y se convierta en el fin principal, ya que, si eso sucediese, el resto de aspectos que la actividad deportiva puede y debe fomentar, pasarían a un segundo plano.
Tratar el tema con naturalidad, empatizando con ellos, escuchar y apoyar a nuestros hijos nos ayudará a manejar mejor ese tipo de situaciones.
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Sobre mí
Soy Juan Fernández, Psicólogo y Máster en Psicología del Deporte. ¿Mi objetivo? promover los valores del deporte, ayudar a los deportistas a optimizar su rendimiento deportivo, además de asesorar y formar a través del deporte a los familiares y el entorno de los más jóvenes.
Puedes encontrarme también en instagram (@psico.deportiva.mente)
Referencias
Buceta, J.M (2015) Mi hijo es el mejor, y además es mi hijo. Madrid: Dykinson